La plaza de toros se presenta a día de hoy como una infraestructura pública infrautilizada, con un uso que se concentra en muy pocos días a lo largo del año y un gran potencial. El concurso buscaba una propuesta que permitiera compatibilizar los programas festivos con uso de mercado durante el resto del año, revitalizando el edificio y mejorando sus instalaciones.
La propuesta plantea colocar una serie de módulos prefabricados en los espacios cubiertos de circulación, bajo las gradas existentes. Estas “cajas”, donde se sitúan los distintos puestos comerciales y de restauración, se diseñan con acabados resistentes que permitan soportar tanto el uso del mercado como el intenso uso de la plaza durante las fiestas.
Unas grandes puertas metálicas de guillotina permiten abrir y cerrar los puestos, modificando la percepción del edificio. Durante los eventos, las puertas se cierran para proteger los comercios, mostrando las gradas y explicando el carácter taurino del edificio. Durante el uso de mercado, las puertas se abren ocultando las gradas y convirtiendo a los comercios en protagonistas del espacio.