El solar se encuentra bloqueado en el sudeste por una promoción de PB+3 que impide el soleamiento en la mejor orientación y bloquea la ventilación transversal. Se busca una estrategia capaz de revertir estos condicionantes de partida que garantice la calidad espacial y el buen comportamiento energético de las viviendas.
Para sacar el máximo partido de los recursos climáticos, se propone un esquema de “clastres” perpendiculares a la directriz del solar que permita vivir entre patios. Esta ordenación permite que las 24 viviendas, a caballo entre dos y tres exteriores, sean atravesadas por la brisa marina (embat) en la dirección longitudinal del solar y regulen su temperatura en verano. La geometría alargada y la orientación de estos patios favorecen el asoleo directo de las salas y la iluminación indirecta del resto de estancias por el reflejo en los paramentos de marés.
El proyecto reclama la calle como primer espacio doméstico. El paso peatonal de 3 metros de Juli Ramis al cual las edificaciones existentes han dado su espalda, se amplía visualmente con los accesos de “ses clastres” y se convierte en un primer vestíbulo pacificado. El segundo espacio de esta secuencia es la propia clastra o patio, que reúne los accesos en todas las viviendas haciendo innecesaria la presencia de núcleo de comunicación vertical. Como las posesiones de la isla, “sa clastra” es acceso, lugar de reunión y dispositivo climático: acumulando pluviales, permitiendo ventilaciones cruzadas y actuando como regulador térmico.